jueves, 22 de marzo de 2012

Generación estafada

¡Hola de nuevo!

¿No tenéis días de esos en los que dais vueltas y vueltas a la cabeza intentando encontrar soluciones pero no sois capaces de ver nada con claridad? Seguro que sí, supongo que a todos nos pasa...

Hoy doy vueltas a la realidad con la que convivimos.

El cáncer ha aumentado significativamente entre la población de todas las edades en los últimos años. Soy de ese grupo de personas que piensan que el aumento de los casos de cáncer no es una casualidad de la evolución de nuestro estilo de vida. El hecho de que empresas de alimentación utilicen componentes cancerígenos, para mi no es un error fortuito, sino algo absolutamente consciente. Creo que nos envenenan, como parte de un plan de control de la población mundial. Bien, se que dicho así pensaréis que soy una loca.Pero ¿habéis escuchado que CocaCola y Pepsi han modificado su fórmula porque incluía un componente cancerígeno? Empresas que llegan a todos los países del mundo distribuyendo cáncer, que casualidad ¿eh? Pues no, no lo creo. Y esto por poner un ejemplo reciente. Sabemos que los geles, champús, cremas, pastas de dientes, desodorantes,... incluyen en sus composiciones agentes cancerígenos. Las autoridades sanitarias dicen que las cantidades son pequeñas y no suponen riesgo. Pero claro, al día ¿cuántos de estos productos utilizamos? Las cantidades se van sumando y no son tan pequeñas. Y esto es algo de lo que las autoridades sanitarias son muy muy conscientes... porque me niego a pensar que crean que nos lavamos los dientes con champú, la verdad.

Os dejo un vídeo muy mono, que trata un poco este tema.


Cuando uno es consciente de esto, se para y piensa: ¿qué puedo hacer para evitar riesgos?¿lavarme con jabón chimbo?¿no usar desodorante?¿renunciar a las colonias que nos gustan? No se, no se... Tenemos cosméticos supuestamente naturales, pero hay que examinar bien los componentes porque la publicidad a menudo es engañosa. Y digo yo, ¿no sería más fácil que simplemente las empresas comercializadoras de estos productos no nos envenenasen, con el permiso de nuestras autoridades?

Por otra parte, las enfermedades mentales también han aumentado. Las depresiones están a la orden del día. La gente lucha por sobrevivir en un ambiente cada vez más hostil. Los que vivimos en grandes ciudades lo notamos, supongo que en especial. Por ejemplo, la vida es mucho más fría en cuanto a relaciones humanas. Compras en grandes superficies comerciales en las que a menudo te sirves tu mismo y te cobras tú mismo. Apenas cruzas unas palabras con quien te pesa la fruta a granel, o quien comprueba tu pago. No conoces a tus vecinos, la mayoría somos unos simples extraños. La gente va ensimismada en sus pensamientos, tiene prisa o sencillamente es maleducada, pero debido a estos motivos, es frecuente ver actitudes egoístas ó sencillamente estúpidas, por ejemplo en el transporte público: gente que mira para otro lado cuando entra una mujer embarazada o gente que entra corriendo a un vagón porque ha visto un asiento libre. Para quien lo hace y para muchos de los que viajan en transporte público es lo normal, para algunos de nosotros es simplemente ridículo.

Vivir en un ambiente que te resulta hostil, en lugar de en uno que te transmite amabilidad ó bienestar, te afecta. Quizás haya gente que lo nota más que otra, pero a todos nos afecta. Es imposible que vivir cada mañana un atasco para ir a trabajar y cada tarde otro para volver a casa te resulte indiferente. Es tiempo que pierdes de tu vida, de estar con tus amigos, con tus hijos, de dedicartelo a ti mismo. Es frustrante verte atrapado cada día, sin saber cuánto tiempo estarás allí. Es deprimente ver a personas leyendo, pintándose ó desayunando en sus coches.

Cuando uno va a una ciudad pequeña, en la que la apertura de un semáforo no viene acompañada de los pitidos del que tienes detrás (esa violencia que te ahorras, porque te dan ganas de salir del coche y... puf!), en la que quien te vende el pan te conoce y te pregunta qué tal vas, en la que ver a tu familia o quedar con los amigos es algo que tienes al alcance de la mano, se siente más feliz. Al menos es mi caso. Es cierto que hay menos tipos de restaurantes, menor número de cines, teatros y espectáculos, o que las cafeterías no son tan "cool" ni están tan de moda. Pero ¿qué importa? Si por un café "cool" te cobran el doble y encima te lo tomas solo.

¿Es eso lo que nos venden como "el paraíso"? Ir a la moda, comer en restaurantes de moda, acudir a locales de moda. Ver el musical de moda. Y si, como sucede hoy en día a la mayoría de nosotros, vives en una ciudad "de moda" pero no te puedes permitir ese ritmo. Capitalismo estúpido, engañoso y excluyente. Y si encima apenas coincides con los amigos, porque no viven precisamente cerca, ni tienen tus horarios, al final la ciudad de moda te resulta indiferente y la vida en esa ciudad empieza a pesar.

Y uno da vueltas y vueltas a la cabeza. ¿Cuáles fueron los motivos que me trajeron a esta ciudad? Estudiar lo que quise. Cierto, lo hice. Y no trabajo de ello, aunque por lo menos trabajo. Cobro un sueldo como los demás (por ejemplo, como los amigos que dejé en mi ciudad). Es decir, que venirme a una gran ciudad no me ha supuesto una mejora económica. Es más, los alquileres y las viviendas, son infinitamente más caros aquí. Entonces, exactamente, ¿por qué estoy aquí?¿me ha merecido la pena? Y ahí es cuando llega la cruda conclusión: que no lo se. Siempre pensé que si hacía el esfuerzo, al final se vería recompensado en el futuro. Pero ese futuro soñado corre más deprisa que yo, de momento.

Y ante esas vueltas, sin querer empieza a compararse. Pienso en personas de mi entorno. En los amigos que se quedaron en el lugar de origen, con sus familias, contactando entre ellos casi a diario. Todos van saliendo adelante, tirando, como yo. Todos trabajan, algunos con más estabilidad, otros con menos (pero ¿quién puede garantizar tu seguridad en estos días?). Algunos cobran unos buenos sueldos. El ocio es más barato, los restaurantes también (y la calidad es mucho mayor por el mismo precio). Naturaleza a un paso. Cosas que desde la distancia y con el paso del tiempo uno ha aprendido a valorar. Cosas que conforman el día a día. Las tiendas de 5 plantas, los musicales ó los restaurantes temáticos no lo hacen.

Y luego piensa en otras personas que también se fueron fuera, buscando un futuro mejor. Unos han vuelto después de muchos años y están en paro, con el consecuente desaliento. Otros, después de muchos años fuera de casa, en otras ciudades de España "tirando", han decidido cruzar el charco en busca de un futuro mejor, con lo que eso supone para ellos y sus familias. Otros han opositado y aprobado, y sí, les va bien. Pero hoy en día están expuestos a bajadas de sueldo y a todo lo que los recortes (es decir, los mercados y las políticas neoliberales) deseen hacer con los funcionarios.

Y también pienso en personas que se han ido a otros países directamente. Parece que no les va mal, es cierto, pero todos coinciden en que no es fácil, ni es la panacea. Entonces los que estamos aquí dándole vueltas a la cabeza, le damos más aún: ¿corremos el riesgo de volver a irnos sin fecha de vuelta?¿quién nos garantiza el éxito?¿quién nos asegura que no saldremos perdiendo?

Los que nos hemos ido fuera nunca sabremos si nos ha merecido la pena, si hemos mejorado. Los que se han quedado donde nacieron nunca sabrán si han perdido una oportunidad. Así que quienes se planteen estas cuestiones, se encontrarán en un bucle infinito de dudas.

Esta, mi generación, la de los ventimuchos-trentaipocos, está llamada a ser la generación de la frustración. Por que  creo que muchos tendremos que convivir con la idea de fracaso, con el sentimiento de desaliento, con la sensación contínua de que si no hemos conseguido aquello por lo que luchábamos, nos sacrificábamos o soñábamos, es porque nos hemos equivocado.

Pero por otra parte me pregunto, ¿y si no somos nosotros los que nos hemos equivocado? Quienes hemos cumplido con lo que el sistema nos ha ido imponiendo (ser flexibles, realizar prácticas, formarnos, cursar másters, cobrar sueldos inferiores a lo esperable, pasar por el paro, tragar con contratos temporales) no nos hemos visto recompensados. Entonces queda claro que no somos nosotros quienes hemos fallado: es el sistema.

¿Y ahora qué hacemos? Una generación preparada, frustrada y estafada. ¿Cómo seguir con tu vida normal cuando eres consciente de esto? ¿Cómo redibujar tu futuro cuando sientes que las decisiones que has tomado en el pasado no se traducen en los resultados que esperabas? ¿Cómo generar nuevas ilusiones cuando pierdes la fe en el sistema en el que vives? ¿Con qué ánimo empezar de cero? ¿Con qué ánimo coges las maletas y emigras, sin saber si cometerás un error más, una pérdida de años más?

¿Es justo que quienes han propiciado esto vivan tan a gusto, con sus privilegios? Porque al igual que con el cáncer, pienso que nada de esto es casualidad. Es evidente que esta pérdida de derechos y de bienestar está absolutamente planeada. Luego el aumento de la frustración y la estafa son orquestadas por los mismos de siempre. Esto, el sentimiento que muchos jóvenes están padeciendo hoy en día, tiene culpables.

Debemos coger nuestra frustración y transformarla en rabia que nos haga movernos. Porque eso es mejor que convertirla en tristeza que nos hunda.

La vida que queremos está esperándonos. Simplemente nos va a resultar más difícil de lo que pensábamos acceder a ella, nos hemos encontrado un obstáculo para muchos desconocido, llamado neoliberalismo. Pero cuando nos unamos todos juntos para derrocar a quienes nos han estafado, seremos imparables.

Un saludo

2 comentarios:

  1. Bonito articulo, nada mas lejos de la realidad.Lo malo es que hay mucha gente que tiene miedo y niega todas estas cosas sin nisiquiera comprobarlas o pasan del tema.Una persona sola o cientos incluso miles no hacemos nada, se necesitan mas personas con dos dedos de frente.Hay muuucho borrego suelto y ya se sabe que la ignorancia mata, ese es nuestro gran problema.

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    1. Hola, muchas gracias por leer y comentar. Cuando uno lo vive en sus propias carnes es más fácil darse cuenta de los problemas. Un saludo

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