sábado, 17 de octubre de 2015

La política y el circo

Qué año más triste...

Este, que se suponía iba a ser el año del cambio. Este, que se esperaba como el año en el que iba a comenzar a construirse un nuevo futuro. En el que íbamos a dar la vuelta a la tortilla, como suele decirse. En el que los de abajo íbamos a ir a por los de arriba. En el que íbamos a plantarnos...

Al final, mucho me temo que esto quedará en nada.

La población vive sumida en sus preocupaciones cotidianas, una vez más desencantada tras las idas y venidas de las promesas políticas que tanto se encumbraron hace meses y que ahora parecen un juguete olvidado en una estantería. Y pasa el tiempo y todo se desinfla.

No puedo evitar sentir rabia por esta situación, a mi juicio totalmente controlada y dirigida. Si, claro, siempre viendo fantasmas, dirán algunos.

Hace unos meses, parecía que solo había dos opciones políticas en este país: o ibas con Podemos (bueno, con Pablo Iglesias), o eras "pepero".
Una de las características de la izquierda es precisamente el diálogo y la capacidad para cuestionarse continuamente los pasos que se van dando, por eso era muy frustrante encontrarte con tal cantidad de defensores acérrimos de Podemos que no admitían un pero.

Personalmente creo que Podemos es una buena idea en las manos equivocadas, o un proyecto distinto utilizado como siempre. Se supone que iba a representar el poder horizontal, la confluencia, el debate, la participación, la lucha, los intereses de la mayoría. Iba a ser algo distinto, una opción de verdadera izquierda. Y sí, hablo en pasado, sintiéndolo mucho por las bases o círculos, en los que estoy segura que hay gente muy válida, la clase de gente que de verdad quiere cambiar las cosas.

Desde el primer momento la cúpula y las figuras que la componen, amparadas en que les habían elegido, se pasearon por todos los medios de comunicación con aspecto triunfante, a mi juicio prepotente, sintiéndose homologados para liderar "el cambio" por la confianza que en ellos habían depositado miles de votos.
La actitud que desprendían siempre me pareció petulante, no dialogante, llena de actitudes forzadas, de poses (de lo que hoy se conoce como "postureo").
Una puesta en escena que encendía las pasiones, que provocaba los "por fin alguien les va a dar pal pelo" en las mentes de muchos. Aplausos, risas. Circo.

Cualquiera (o al menos muchos) son capaces de ir a un plató de TV y rebatir los argumentos chorras de gente como Inda y Marhuenda. Hacer política (de la buena) es otra cosa. Se requiere seriedad, compromiso (COMPROMISO), coherencia, cultura, humildad, honestidad. Todo lo contrario a lo que se pretende desde ese circo.

La política con mayúsculas posiblemente no provoque risas y aplausos, ni masas aclamándote. Supongo que es cuestión de elegir lo que a uno le gusta más.

Tanto circo, tanto cambio de rumbo, tanto pretender agradar, tantas promesas (atención, promesas hechas sobre temas, sin haberlo aprobado los círculos previamente, lo más grave en mi opinión), al final han conseguido desinflar las esperanzas.

Han conseguido eclipsar a los proyectos que de verdad podrían haber cambiado las cosas, o eso me temo.

Hoy en día ya no hay esperanza morada, ahora todas las miradas se dirigen hacia el nuevo producto del márketing político español, tras Pedro Sánchez: Albert Rivera, la esperanza naranja.

Triste situación, ya que lo que tendría que haber sido una época de implicación, participación y construcción parece herida de muerte antes de llegar.

Comparto las palabras de Willy Toledo, que tan acertado me parece siempre y a quien tanta gente odia que ni le escucha. Gran victoria de quienes insuflan los odios mediante la manipulación y los titulares insidiosos.
"A la izquierda la veo peor que nunca. Estamos en una nueva transición, claramente. Hace tres años, no digo que estuviéramos en un ambiente pre-revolucionario ni muchísimo menos, pero estaba la calle en ebullición. Las cosas se estaban moviendo por primera vez en mucho tiempo. Por ello, el sistema reacciona y viene la caída de Juan Carlos, la puesta de largo de su sucesor y toda la campaña mediática que se le hizo a Podemos por parte de los dueños de los medios. Los podemistas dicen que era porque tenían índices altos de audiencia que les daban dinero a las televisiones, que es cierto, pero también los grandes empresarios sabían que Podemos no es ningún peligro para los intereses del sistema. Como mucho, podría haber sido un problema para el PSOE, pero hemos visto que tampoco. Errejón, Iglesias y Bescansa no son peligrosos para los intereses del sistema y parte del auge de Podemos en los medios viene de ahí. Pablo Iglesias, en Estados Unidos, cómo no, ya ha dicho que no hay alternativa al capitalismo, se alaba al Papa, ya no importa ni el laicismo, ni la república… Todo se ha banalizado de gran manera. Tengo muchos camaradas en Podemos, no en la cúpula, y los respeto, aunque pienso que están equivocados. Podemos no es una herramienta para el cambio social, es un partido más, socialdemócrata. Podemos ha creado muchas divisiones en la izquierda. Hay una demencia colectiva con respecto a Podemos, pues si se le critica parece que se está apoyando al PP. Aborrezco al PP, pero no me gusta Podemos, porque es el instrumento socialdemócrata que el sistema utiliza para vaciar las calles de protestas. Sólo dicen perogrulladas. Sólo han contribuido a dividir una izquierda muy dividida en este país. Eso se ve en el afán por destruir a IU y al PCE, y que los grandes dioses, Iglesias y Errejón, decidieran a dedo quiénes son merecedores de ir con ellos en las listas."