miércoles, 11 de abril de 2012

¿Hay luz al final del túnel?

Hola amig@s

estos días la economía española no deja de dar titulares espeluznantes.

Se habla de recortes, de ajustes, de austeridad, de primas de riesgos, de confianza. Se habla de todo con una ligereza que me deja impactada, como si todos esos términos no llevasen detrás la cruda realidad. Como si esos términos fuesen solo eso: términos.

Detrás de cada una de esas palabras, de cada medida que se aprueba, se avecinan auténticas tragedias.
Detrás de cada medida fiscal que penaliza a las clases obreras hay personas que viven una asfixia injusta y desproporcionada.

Nuestros políticos anuncian presupuestos al grito de "son los más austeros de la historia". Con orgullo. Anuncian recortes en las vidas de todos nosotros, anuncian un detrimento de nuestra calidad de vida, de la educación de las generaciones más jóvenes y del bienestar de las generaciones más mayores con una frialdad casi inhumana.
Nos están diciendo que nuestra calidad de vida empeora, que nuestro futuro está siendo cercenado, que nuestra vejez posiblemente no será la que imaginábamos, la que nos estamos ganando a base de sudor, esfuerzo y sacrificio.
Y todo ello lo hacen con la satisfacción de que "hacen los deberes".

Sinceramente, siento rabia, siento vergüenza. Por el sistema con el que nos ha tocado convivir, por la chulería y la desvergüenza con la que nos desgobiernan. Porque aquellos que viven acomodados gracias a los votos que muchos les han dado, anuncian todos estos desgraciados recortes con alegría, desde su privilegiada posición a la que no piensan renunciar.

Las malas noticias se suceden a un ritmo vertiginoso. A un ritmo que a mí, al menos, me cuesta mucho digerir. Si quiero desplazarme en transporte público pagaré más. Mucho más. También si quiero ir en coche, por la gasolina, por los peajes. Si quiero continuar con mis estudios, también. Si tengo problemas legales y necesito acudir a un juzgado, también. Para todo tendré que hacer un esfuerzo extra, y ese esfuerzo extra me lo piden personas que no saben lo que supone ese esfuerzo. Muchos no se lo puedan permitir.

Y aún así, soy afortunada. Pienso en personas mayores que necesitan ayuda y a las que por culpa de estos recortes, les tocará malvivir. Pienso en personas con hijos, que deberán hacer malabares para poder sacarlos adelante. Y que probablemente ya no puedan darle la vida que esperaban, por la que habían peleado.

Escuchamos que están muriendo personas por la mala calidad de nuestros servicios públicos. Escuchamos casos de personas desesperadas, que se suicidan ante la imposibilidad de asumir su realidad, que delinquen para poder ir a la cárcel y al menos tener techo y comida. Que atracan bancos y atentan contra sus trabajadores desesperados, y son tratados como auténticos delincuentes, mientras que quienes ejercen la violencia financiera contra ellos son recompensados con todo tipo de medidas fiscales, con indultos, con sueldos milmillonarios.

Injusticias tan injustas que son difíciles de asumir.

¿Qué hemos hecho para merecer esto?
¿Cómo es posible que se esté permitiendo esta guerra financiera, este abuso?
¿Cómo se ha acentuado en tan poco tiempo la desgracia de muchos para el beneficio de unos pocos?
¿Cómo es posible que los mercados, los intereses de unos pocos especuladores, tengan más poder que el bienestar de miles de millones de personas?
¿En qué se está convirtiendo nuestro mundo?

Antes los países subdesarrollados ó menos desarrollados envidiaban nuestro estilo de vida, nuestra calidad, nuestro modelo de bienestar. Ahora a menudo tiendo a pensar que es mejor no tener nada y vivir feliz, que vivir con la sensación de que vas a perderlo todo por la avaricia de unos pocos. Y me da vergüenza tener este pensamiento.

Lo peor es la terrible certeza de que estamos empezando a ver lo que nos espera.
No puedo creer que nos estén haciendo esto. No puedo creer que vaya a pasar lo que va a pasar. No puedo creer que vayamos a seguir el camino marcado por Grecia.
Y sin embargo sé que es cierto. Sé que el deseo de poder está por encima de todo, sé que vivimos en un mundo deshumanizado, sin valores, sin límites.

Y sé que no existe nadie en el poder (ni en España ni en Europa)que tenga la suficiente integridad, la suficiente valentía, como para cumplir con la función que le ha sido asignada: defender los intereses de su pueblo. No tenemos ningún representante con la valentía suficiente como para poner fin a esta sangría, aún sabiendo que es una hecatombe la que se avecina. Todos hablan desde sus tribunas de lo "correcto" pero cuando pueden no lo hacen. Todos nos mienten para ganar tiempo. O simplemente para ganar.

Sabíamos que el mundo era injusto, aunque en el fondo nos sentíamos inmunes. Sabíamos que éramos unos privilegiados. Pensábamos que nadie cambiaría esto.

Ahora veo como se forma un tercer mundo en el primer mundo, como los dirigentes, los poderosos y los ricos conspiran contra nosotros para crearlo. Porque ellos forman parte del primer mundo y tienen que mantenerse ahí pase lo que pase y caiga quien caiga.

Es terrible darse cuenta de que la maldad y la avaricia dominan el mundo sin ningún tipo de freno, sin encontrar con un rival que les ponga freno. Todos los que pueden han agachado la cabeza, y han vendido el bienestar de muchos pensando solo en el suyo propio.

Vivimos en un terrible mundo sin escrúpulos, sin ideales de igualdad de respeto, de humanidad.
Vivimos en un mundo que debe cambiar, por el bien de todos. Un mundo que en general, da asco.

Como dijo Vicente Ferrer, "hay que conseguir que este mundo se arregle aquí y ahora". Y debemos ser quienes luchemos por arreglarlo, porque está claro que nadie va a arreglarlo por nosotros.

Está claro que como esto siga así, no veremos nunca la luz al final del túnel.Debemos concienciarnos de que somos nosotros los que debemos encender el interruptor. Nadie va a venir a encenderlo para iluminarnos el camino.

Un abrazo

3 comentarios:

  1. Te confieso que ya cada vez que veo las noticias, ojeo la prensa digital o sale la conversación recurrente de la crisis, siento una punzada en mi cuerpo, que me pone de mala leche durante gran parte del día. Y sé que, lejos de parar, continuarán en los próximos tiempos, incrementando el estrés y la ansiedad por cada medida tomada, por cada reforma hecha por este Gobierno de capitalistas que nos precipita al vacío.

    Se va perfilando un único camino, que todavía confiamos no tener que tomar. Pero lo inexorable y la ceguera de los que nos condenan a la muerte en vida, nos abocan a él sin remedio. Han elegido la aplicación de la DOCTRINA DEL SHOCK y la llevan a buen ritmo. Nos pusieron en la disyuntiva y ahora nos toca elegir a nosotros. Así de simple. Y de trágico.

    Gracias por reflejar unos sentimientos que, metidos en las mareantes cifras de todos los días, nos ocultan la realidad, triste, hiriente, mortífera, que muy pocos aciertan a adivinar. Gracias.

    ResponderEliminar
  2. Buena reflexión, un aplauso desde esta IP

    ResponderEliminar
  3. ¿Recuerda alguien a los Iluminati,club Bilderberg etc.?..... pues eso.

    ResponderEliminar