Buenos días,
hoy siento la necesidad de responder a Esperanza Aguirre, ante la serie de perlas que no cesa de regalarnos últimamente.
La trayectoria de la señora Aguirre no es digna de ninguna medalla, ni de ninguna alabanza, a mi juicio.
Como política, como persona pública, como regidora de una comunidad, como persona que ha ostentado y ostenta cargos públicos, en mi opinión su papel ha dejado bastante que desear. Ha mentido, protegido la corrupción (o la ha ignorado mientras la rodeaba hasta el cuello, algo que no dice mucho a su favor en todo caso), ha criticado a trabajadores llegando a enfrentarse a ellos (recordemos esas imágenes en los pasillos de un hospital).
Si, como hacen la mayor parte de políticos que habitualmente vemos, se limitase a leer los discursos que otros le escriben, podríamos considerarla la típica política mediocre, algo claramente muy español, como a ella le gusta.
Pero no, por desgracia para nosotros, Aguirre monta siempre un circo a su alrededor. Mi opinión es que le gusta la polémica, especialmente si eso la devuelve al ojo del huracán, al centro de la atención. Provocada por lo que sea.
Esta señora, con su habitual verborrea, su sonrisa cínica, sus discursos chulos y sus frases captadas "por despiste" por los micrófonos (ya saben, la del hijoputa y tal, o actualmente la de "esto es un coñazo") más chulas todavía, se permite el lujo ahora de decirnos a los que habitamos este país lo que es ser español y lo que no.
Esta señora, con su título nobiliario, con su actitud de prepotente, desprendiendo esa sensación de superioridad y soberbia que a mi me recuerda más a caciques que a supuestos representantes del pueblo, se siente tan crecidita últimamente, que si se le viene en gana tacharnos a todos los que nos manifestamos de pulgosos, lo hace; si le apetece menospreciar con burla una manifestación como la de los mineros, lo hace y si se le pone por delante tacharnos de antiespañoles a todos los que aborrecemos la tauromaquia también. Y se queda tan ancha, por que para chula ella.
Pues bien, señora Aguirre, si ser española de pro es ser una mediocre prepotente, si es alabar el "arte" del toreo mientras queda en evidencia hablando de cine o literatura, si es tener la poca humildad y la lengua tan larga para tonterías y mentiras como la tiene usted, entonces entregaré el DNI gustosamente.
Porque para mí usted representa esos restos de sociedad caciquil, de la España cateta que se entretiene con la muerte y no con los libros y que por supuesto, permanece indiferente a los problemas sociales porque desde su pedestal la vida es preciosa. Usted, que solo baja de ese pedestal cuando hay campañas electorales, que sigue permitiéndose dar lecciones muy ufanamente tras vergüenzas como la de la campaña "No más IVA".
Usted, que no llega ni de lejos al concepto "buen político" (y esa debería ser su principal preocupación) se permite ahora iluminarnos a todos con lo que es ser un buen español.
Y yo, una vez más, me pregunto qué hemos hecho los españoles para tener que sufrir estas faltas de respeto de aquellos que teóricamente son representantes de la democracia, osea, del pueblo.
Españoles que pese a estar viviendo una crisis histórica, pese a ser conscientes de que nos han estafado, engañado, insultado, robado y recortado por encima de nuestras posibilidades, aún somos tan buenos demócratas que lo que hacemos es cumplir con la ley, manifestándonos pacíficamente contra todos ustedes y sus medidas, contra los delitos de la clase política, pidiendo que se haga justicia de una vez. Demócratas que cumplimos la Ley, al contrario que un gran número de políticos.
No acierto a comprender cómo es posible que aquellos que deberían ser humildes y respetuosos representantes contínuamente se muestren como unos farsantes agitadores, mentirosos, que se creen mejores que el resto.
Usted no es mejor que nadie, ni mucho menos más demócrata ni más española que el resto de españoles de este país. La nacionalidad la da la ley, no la asistencia a ningún espectáculo culto o bárbaro. Lo de demócrata lo muestran los actos, y desde luego menospreciar a personas, incumplir la Ley o mentir a sus votantes, dice mucho de sus cualidades.
Como ciudadana, estoy bastante harta de tener que sufrir las medidas de los políticos como para encima tener que aguantar todas aquellas desfachateces, bravuconerías, faltas de respeto o chulerías que salgan de su boca con una sonrisa.
Son ustedes los que generan el sentimiento antiespañol que a mí (y creo que a más personas) me sale de dentro. Son ustedes realmente insoportables.
Dejen de juzgar a los ciudadanos que no comparten sus pensamientos y aficiones violentas y procuren hacer su trabajo correctamente antes de atreverse a dar ni una lección más, o al menos no opinen tan alegre e irrespetuosamente delante de los micrófonos, hágannos un favor a todos de una vez.
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