Hola amig@s,
todo esto de la crisis me ha hecho plantearme muchas cosas... entre ellas, el papel de los ciudadanos, su responsabilidad en esta crisis, en como hemos llegado aquí: su pasividad con la política, su falta de crítica con el sistema, su ansia de comodidad... Todo esto lo generalizo porque soy la primera que lo he hecho, así que supongo que como yo habrá muchos más.
Tendemos a culpar siempre de nuestros males al resto, pero es evidente que un sistema no se construye solo, es evidente que si la industria basada en el consumo funciona es porque los potenciales consumidores funcionan según lo esperado. Somos conscientes de que a menudo las empresas relacionadas con consumo aplican tácticas de "manipulación" de los consumidores, como la famosa inclinación de los carritos de la compra, la disposición de chucherías en las cajas de los supermercados, o la música ambiente calmada (donde desean que compres tranquilamente) o rápida (donde quieren que compres rápido).
Tendemos a culpar siempre de nuestros males al resto, pero es evidente que un sistema no se construye solo, es evidente que si la industria basada en el consumo funciona es porque los potenciales consumidores funcionan según lo esperado. Somos conscientes de que a menudo las empresas relacionadas con consumo aplican tácticas de "manipulación" de los consumidores, como la famosa inclinación de los carritos de la compra, la disposición de chucherías en las cajas de los supermercados, o la música ambiente calmada (donde desean que compres tranquilamente) o rápida (donde quieren que compres rápido).
Bueno, ninguna de estas técnicas son realmente malvadas manipulaciones de nuestras mentes, realmente son una estimulación de nuestra capacidad de consumir. Digamos que son el "demonio" que nos alenta a comprar cosas que nos apetecen, pero que no necesitamos.
Y relacionado con todo esto del consumo, quizás incluso presidiendo, se encuentra el consumo alimentario. En numerosas ocasiones la FAO (agencia para la alimentación y agricultura de la ONU) ha alertado acerca de la terrible desigualdad del mundo: como un planeta en el que millones de personas sufren obesidad en un extremo, mientras en el otro mueren de hambre. Por ejemplo, leed esta noticia. Hay gran cantidad de información sobre este tema en la red.
Pero una cosa que no se plantea tan a menudo es ¿cuántos recursos se emplean en alimentar animales para consumo humano?¿merece la pena lo que obtenemos a cambio?
El otro día hablaba con un señor vegano que tiene tienda en Madrid y
una cosa que me llamó la atención fue que me dijo que a la larga todos
tendremos que ser veganos. Y justo hoy, sin quererlo, he dado con este artículo de la asociación MUPRA (México Unido Por el Respeto a los Animales) que os incluyo a continuación y que debería cuanto menos, hacernos reflexionar sobre el modelo actual. Y sobre qué podemos hacer nosotros. Es muy interesante leerlo. Os dejo con él.
«Por
un bocado de carne privamos a un alma de sol y luz, y de la porción de
vida y tiempo con la que nació para disfrutar del mundo» – Plutarco.
Los bovinos rumian el 30% de nuestros cereales. Bastaría renunciar a la
carne para aplacar la penuria mundial de granos preservando a la vez el
entorno, nuestra salud, y salvando millares de vidas inocentes, tanto
humanas como animales.
«La élite intelectual en los países desarrollados encuentra perfectamente normal inquietarse por la sobrepoblación en el mundo, pero siempre olvida un hecho: La verdadera sobrepoblación, es la del ganado.»
El autor de estas frases no es un bovinófobo excéntrico o un vegetariano fanático, sino el economista estadounidense Jeremy Rifkin, autor, entre dos ensayos sobre el trabajo o las nuevas tecnologías, del apasionante «Beyond Beef» («Más allá del bife»), un ensayo sobre el impacto devastador de la industria de la crianza. ¿Sobrepoblación? Con 1,4 millares (miles de millones) de vacas, nuestro planeta se desploma en efecto literalmente bajo el peso del ganado: ¡el peso cumulado de todos estos rumiantes es superior al de toda la población humana con sus seis mil millones de habitantes! Y es cada vez peor. La producción de carne se ha multiplicado por cinco desde los años 1950, para pasar a 265 millones de toneladas. Y debería llegar todavía al doble en los veinte años por venir.
Con qué enloquecer a los expertos en alimentación, que vaya que se preguntan cómo podrá la tierra alimentar a los 3 mil millones de humanos suplementarios de estas próximas décadas. La concurrencia entre los animales de crianza y los hombres se anuncia muy ruda. Pues 80% de la alimentación animal proviene de culturas que convendrían igualmente al consumo humano: maíz, soya. En la era de la crianza industrial, nuestras bestias acaparan por sí solas el 60% de la producción mundial de cereales, ¡es decir 670 millones de toneladas! Un volumen que bastaría ampliamente para alimentar a los 850 millones de seres humanos que sufren de malnutrición...
De hecho, de un punto de vista maltusiano, la carne no es «rentable». Se estima que un vegetariano consume en promedio 180 kilos de grano anualmente, mientras que un consumidor de carne gasta 930 kilos de granos al año. Para comparar el rendimiento de diversas especialidades agrícolas, los agrónomos calculan una tasa de conversión alimentaria que corresponde a la relación entre el número de proteínas consumidas y producidas. Para obtener 1 caloría de pollo, hacen falta 4 calorías de alimento vegetal. Ídem para los puercos o los huevos. En lo que a la leche se refiere, se brinca hasta 8. Y para el buey, a 17, ¡incluso mucho más! En comparación, la patata es mucho menos golosa, su tasa de conversión siendo tan solo de 0,46. Por ejemplo, un kilo de ternera se puede comparar a 100 kilos de patatas, en valor energético. Un campo de pasto normal produce 330 kilos de carne; el mismo campo, sin embargo, puede producir 40 000 kilos de patatas. Y todavía no contamos las necesidades en agua: para producir 100 gramos de res, se precisan 25 000 litros de agua. En un país como México, donde la pobreza generalizada y el hambre no dejan de incrementarse, ni el agua de escasear y sernos escamoteada, por así decirlo, estas cifras apabullantes deberían hacer reflexionar a más de uno sobre el tema. Al menos acordarse de él de paso entre dos almuerzos.
Ahora, además de glotón, nuestro ganado es también expansionista. En total, la crianza y la producción de los alimentos para el ganado ocupan 78% de las tierras agrícolas mundiales, es decir 30% de toda la superficie del globo, tres veces más que en 1960. «Sobre una hectárea de terreno, un agricultor puede alimentar una treintena de personas si lo dedica a la cultura de legumbres o de frutas. Si produce huevos o carne, la proporción pasa a cinco personas. Y a mucho, mucho más, si no se trata más que de carne roja», dice Bruno Parmentier, autor de «Nourrir l’humanité» («Alimentar a la humanidad») y director de la Escuela superior de Agricultura de Angers (Francia).
❧ Peligros verdes con cuatro patas
¿Lo más insensato? Es que toda esta carne está destinada prioritariamente al 0,1% de la población del planeta, la ínfima pequeña minoría de los ricos de este mundo. Nuestro consumo de carne pasó de 30 kilos por persona y al año en 1919, a más de 100 kilos hoy en día. Es tres veces más que la cantidad preconizada por los organismos de salud. No sólo nuestro régimen carnívoro hambrea al planeta, sino que nos mata por el recrudecimiento de las enfermedades de los «bien alimentados»: accidentes cardiovasculares, diabetes, obesidad...
... Y para no arreglar nada, contribuye al calentamiento climático.
Ya desde 2006, según un reporte publicado por la FAO (1), se informaba que la crianza es responsable del 18% de las emisiones de gas de efecto invernadero. ¡O sea más que el sector de los transportes, todos los vehículos considerados! En 2008, según informes de T. Colin Cambell, « las nuevas cifras indican que al menos la mitad de los gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera hoy en día, –y probablemente considerablemente más aún– se debe a la producción de ganado ».
En dos palabras, la industria ganadera, es decir, la producción de carne, es el factor número uno del calentamiento global.
Con sus flatulencias cargadas de metano, sus toneladas de estiércol repleto de gas hilarante, el famoso NO2 igualmente de los más nocivos, sin contar las emisiones de amoniaco sinónimos de lluvias ácidas y sus deyecciones que contaminan las capas freáticas, nuestros encantadores millares de bovinos son peligros verdes de cuatro patas. La extensión de sus pastos causa estragos. En América central, 20% de las zonas silvestres ya han sido arrasadas. Y todavía es peor en Brasil, donde el 38% de la Amazonia ha sido sacrificada para la crianza de bovinos destinados al destace. Una deforestación que los industriales de la carne aceleran con las inmensas plantaciones de soya destinadas a alimentar… ¡a las vacas y cerdos!
❧ Si esta industria es tan nociva, ¿cómo explicar su éxito?
Durante los últimos cincuenta años, el consumo de alimentos de origen animal (carne, pescado, leche y productos lácteos, huevos) se extendió de manera exponencial en toda Europa y los países industrializados. Hoy en día, dichos productos tienen un precio muy bajo, en relación con los costos reales de producción, a menudo incluso más bajos que los alimentos vegetales que por la fuerza de las cosas, requieren no obstante una cantidad de materias primas, de energía y de trabajo muy inferior.
Esto sucede porque los ganaderos y los pescadores reciben del Estado (en Europa la Unión Europea también participa en este subsidio) ayudas monetarias directas e indirectas: en substancia, lo que nosotros como consumidores no pagamos en la caja del supermercado, se nos cobra en impuestos, y de esa forma quienes optan por no comprar alimentos de origen animal de todas formas acaban pagándolos igualmente…
Todo esto es tanto más grave cuanto que las consecuencias del fuerte consumo de carne, pescado y otros alimentos de origen animal son pesadas y peligrosas cargas para el entorno, la salud humana y el desarrollo de los países pobres.
Si los gobiernos e instancias estatales apoyaran y promulgaran, por medio de sus subsidios, únicamente el consumo de alimentos sanos y con de poco – o nulo – impacto en el entorno, estaríamos frente a una acción enteramente positiva. Pero por desgracia, apoyan al contrario alimentos cuya producción y consumo tienen efectos devastadores... y esto no tiene por qué ser aceptado ni caucionado legalmente; corresponde a nosotros como ciudadano ponerle fin a este estado de las cosas y de empujar a las autoridades a adoptar una política más clarividente, sensata y que proteja el entorno y la salud humana en vez de ponerlas en peligro como es el caso actualmente.
En efecto, debemos intervertir sin demora esta tendencia autodestructiva, antes que nada poniendo fin a todo tipo de subsidios a la industria ganadera, a la pesca y a las culturas de cereales destinados a los animales de crianza, primero tomando consciencia de la gravedad de este problema y sus consecuencias en múltiples ámbitos, y enseguida participando activamente denunciando cuán peligrosa es la práctica de la crianza y a qué grado participar en ella con el dinero público es inaceptable.
Finalmente, no dejaremos de mencionar un beneficio más de una actitud responsable y que no debemos pasar por alto, pues concierne a la faceta más negra y perversa de este cruel sistema y que por ello nadie quiere ver ni evocar: la obligación que tenemos de tomar muy en cuenta las condiciones de vida concentracionarias, la tortura permanente y muerte abyecta que les son impuestas a los animales durante estos atroces procesos de producción, y sobre todo luchar cotidianamente por acabar con esta barbarie indescriptible (2).
Notas:
1) http://www.fao.org/docrep/ 010/a0701e/a0701e00.HTM
2) Ver el video: « De la granja al refrigerador »: https://www.facebook.com/ video/ video.php?v=284505291565730
«La élite intelectual en los países desarrollados encuentra perfectamente normal inquietarse por la sobrepoblación en el mundo, pero siempre olvida un hecho: La verdadera sobrepoblación, es la del ganado.»
El autor de estas frases no es un bovinófobo excéntrico o un vegetariano fanático, sino el economista estadounidense Jeremy Rifkin, autor, entre dos ensayos sobre el trabajo o las nuevas tecnologías, del apasionante «Beyond Beef» («Más allá del bife»), un ensayo sobre el impacto devastador de la industria de la crianza. ¿Sobrepoblación? Con 1,4 millares (miles de millones) de vacas, nuestro planeta se desploma en efecto literalmente bajo el peso del ganado: ¡el peso cumulado de todos estos rumiantes es superior al de toda la población humana con sus seis mil millones de habitantes! Y es cada vez peor. La producción de carne se ha multiplicado por cinco desde los años 1950, para pasar a 265 millones de toneladas. Y debería llegar todavía al doble en los veinte años por venir.
Con qué enloquecer a los expertos en alimentación, que vaya que se preguntan cómo podrá la tierra alimentar a los 3 mil millones de humanos suplementarios de estas próximas décadas. La concurrencia entre los animales de crianza y los hombres se anuncia muy ruda. Pues 80% de la alimentación animal proviene de culturas que convendrían igualmente al consumo humano: maíz, soya. En la era de la crianza industrial, nuestras bestias acaparan por sí solas el 60% de la producción mundial de cereales, ¡es decir 670 millones de toneladas! Un volumen que bastaría ampliamente para alimentar a los 850 millones de seres humanos que sufren de malnutrición...
De hecho, de un punto de vista maltusiano, la carne no es «rentable». Se estima que un vegetariano consume en promedio 180 kilos de grano anualmente, mientras que un consumidor de carne gasta 930 kilos de granos al año. Para comparar el rendimiento de diversas especialidades agrícolas, los agrónomos calculan una tasa de conversión alimentaria que corresponde a la relación entre el número de proteínas consumidas y producidas. Para obtener 1 caloría de pollo, hacen falta 4 calorías de alimento vegetal. Ídem para los puercos o los huevos. En lo que a la leche se refiere, se brinca hasta 8. Y para el buey, a 17, ¡incluso mucho más! En comparación, la patata es mucho menos golosa, su tasa de conversión siendo tan solo de 0,46. Por ejemplo, un kilo de ternera se puede comparar a 100 kilos de patatas, en valor energético. Un campo de pasto normal produce 330 kilos de carne; el mismo campo, sin embargo, puede producir 40 000 kilos de patatas. Y todavía no contamos las necesidades en agua: para producir 100 gramos de res, se precisan 25 000 litros de agua. En un país como México, donde la pobreza generalizada y el hambre no dejan de incrementarse, ni el agua de escasear y sernos escamoteada, por así decirlo, estas cifras apabullantes deberían hacer reflexionar a más de uno sobre el tema. Al menos acordarse de él de paso entre dos almuerzos.
Ahora, además de glotón, nuestro ganado es también expansionista. En total, la crianza y la producción de los alimentos para el ganado ocupan 78% de las tierras agrícolas mundiales, es decir 30% de toda la superficie del globo, tres veces más que en 1960. «Sobre una hectárea de terreno, un agricultor puede alimentar una treintena de personas si lo dedica a la cultura de legumbres o de frutas. Si produce huevos o carne, la proporción pasa a cinco personas. Y a mucho, mucho más, si no se trata más que de carne roja», dice Bruno Parmentier, autor de «Nourrir l’humanité» («Alimentar a la humanidad») y director de la Escuela superior de Agricultura de Angers (Francia).
❧ Peligros verdes con cuatro patas
¿Lo más insensato? Es que toda esta carne está destinada prioritariamente al 0,1% de la población del planeta, la ínfima pequeña minoría de los ricos de este mundo. Nuestro consumo de carne pasó de 30 kilos por persona y al año en 1919, a más de 100 kilos hoy en día. Es tres veces más que la cantidad preconizada por los organismos de salud. No sólo nuestro régimen carnívoro hambrea al planeta, sino que nos mata por el recrudecimiento de las enfermedades de los «bien alimentados»: accidentes cardiovasculares, diabetes, obesidad...
... Y para no arreglar nada, contribuye al calentamiento climático.
Ya desde 2006, según un reporte publicado por la FAO (1), se informaba que la crianza es responsable del 18% de las emisiones de gas de efecto invernadero. ¡O sea más que el sector de los transportes, todos los vehículos considerados! En 2008, según informes de T. Colin Cambell, « las nuevas cifras indican que al menos la mitad de los gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera hoy en día, –y probablemente considerablemente más aún– se debe a la producción de ganado ».
En dos palabras, la industria ganadera, es decir, la producción de carne, es el factor número uno del calentamiento global.
Con sus flatulencias cargadas de metano, sus toneladas de estiércol repleto de gas hilarante, el famoso NO2 igualmente de los más nocivos, sin contar las emisiones de amoniaco sinónimos de lluvias ácidas y sus deyecciones que contaminan las capas freáticas, nuestros encantadores millares de bovinos son peligros verdes de cuatro patas. La extensión de sus pastos causa estragos. En América central, 20% de las zonas silvestres ya han sido arrasadas. Y todavía es peor en Brasil, donde el 38% de la Amazonia ha sido sacrificada para la crianza de bovinos destinados al destace. Una deforestación que los industriales de la carne aceleran con las inmensas plantaciones de soya destinadas a alimentar… ¡a las vacas y cerdos!
❧ Si esta industria es tan nociva, ¿cómo explicar su éxito?
Durante los últimos cincuenta años, el consumo de alimentos de origen animal (carne, pescado, leche y productos lácteos, huevos) se extendió de manera exponencial en toda Europa y los países industrializados. Hoy en día, dichos productos tienen un precio muy bajo, en relación con los costos reales de producción, a menudo incluso más bajos que los alimentos vegetales que por la fuerza de las cosas, requieren no obstante una cantidad de materias primas, de energía y de trabajo muy inferior.
Esto sucede porque los ganaderos y los pescadores reciben del Estado (en Europa la Unión Europea también participa en este subsidio) ayudas monetarias directas e indirectas: en substancia, lo que nosotros como consumidores no pagamos en la caja del supermercado, se nos cobra en impuestos, y de esa forma quienes optan por no comprar alimentos de origen animal de todas formas acaban pagándolos igualmente…
Todo esto es tanto más grave cuanto que las consecuencias del fuerte consumo de carne, pescado y otros alimentos de origen animal son pesadas y peligrosas cargas para el entorno, la salud humana y el desarrollo de los países pobres.
Si los gobiernos e instancias estatales apoyaran y promulgaran, por medio de sus subsidios, únicamente el consumo de alimentos sanos y con de poco – o nulo – impacto en el entorno, estaríamos frente a una acción enteramente positiva. Pero por desgracia, apoyan al contrario alimentos cuya producción y consumo tienen efectos devastadores... y esto no tiene por qué ser aceptado ni caucionado legalmente; corresponde a nosotros como ciudadano ponerle fin a este estado de las cosas y de empujar a las autoridades a adoptar una política más clarividente, sensata y que proteja el entorno y la salud humana en vez de ponerlas en peligro como es el caso actualmente.
En efecto, debemos intervertir sin demora esta tendencia autodestructiva, antes que nada poniendo fin a todo tipo de subsidios a la industria ganadera, a la pesca y a las culturas de cereales destinados a los animales de crianza, primero tomando consciencia de la gravedad de este problema y sus consecuencias en múltiples ámbitos, y enseguida participando activamente denunciando cuán peligrosa es la práctica de la crianza y a qué grado participar en ella con el dinero público es inaceptable.
Finalmente, no dejaremos de mencionar un beneficio más de una actitud responsable y que no debemos pasar por alto, pues concierne a la faceta más negra y perversa de este cruel sistema y que por ello nadie quiere ver ni evocar: la obligación que tenemos de tomar muy en cuenta las condiciones de vida concentracionarias, la tortura permanente y muerte abyecta que les son impuestas a los animales durante estos atroces procesos de producción, y sobre todo luchar cotidianamente por acabar con esta barbarie indescriptible (2).
Notas:
1) http://www.fao.org/docrep/
2) Ver el video: « De la granja al refrigerador »: https://www.facebook.com/
❧ Ver el video Earthlings («Terrícolas»). ¿Y si descubrieras que, toda tu vida, la has vivido engañado?: http://www.youtube.com/ watch?feature=player_embedd ed&v=PRrH6Ml5IDU
❧ Consulta nuestro artículo «¿Dónde y cómo encontrar proteínas vegetales?»: https://www.facebook.com/ photo.php?fbid=252942211408 750&set=a.247002092002762. 54204.240564585979846&type =3&theater
❧ Ver también «Por los animales y por el agua, hazte vegetariano»: https://www.facebook.com/ video/ video.php?v=286899831326276
❧ Ver también el clip «Calientamiento global»: http://www.youtube.com/ watch?v=PVKvrtNGyJw
❧ Lee el artículo «Cada filete de ternera genera un gasto de 1.000 litros de agua»: http:// www.animanaturalis.org/n/ 14235/ cada_filete_de_ternera_gene ra_un_gasto_de_1_000_litro s_de_agua
Un alma, una vida, una consciencia
Por un mundo de compasión y de respeto, derecho y libertad para todos.
❧ Consulta nuestro artículo «¿Dónde y cómo encontrar proteínas vegetales?»: https://www.facebook.com/
❧ Ver también «Por los animales y por el agua, hazte vegetariano»: https://www.facebook.com/
❧ Ver también el clip «Calientamiento global»: http://www.youtube.com/
❧ Lee el artículo «Cada filete de ternera genera un gasto de 1.000 litros de agua»: http://
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Un saludo
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